Los cambios, muchas veces, pueden tornarse un proceso difícil. Emigrar, puede ser uno de ellos. Debido a la incertidumbre, los trámites legales, estar lejos de familia y amigos, conseguir estabilizarse, adaptarse a cultura, entre tantas otras especificidades que pueden influir en nuestra salud mental.
Se observa que la ansiedad, el estrés e incluso la depresión pueden surgir por la carga emocional que supone tal proceso. Por ello, reconocer los síntomas lo antes posible y empezar a tratarlos puede ser una forma de hacer que el cambio sea mas llevadero.
El objetivo de la terapia, que puede ser online en estos casos, ya sea por una cuestión de idioma o de “cercanía” al terapeuta, es desarrollar estrategias para afrontar el proceso. Se trabaja con el paciente metas a corto, medio y largo plazo, para ayudarle a organizarse y motivarse, administrando su tiempo y prioridades, acorde a sus objetivos.
Otro aspecto importante, es gestionar la culpabilidad, ya sea por no compartir la vida cerca de sus seres queridos, por alguna situación familiar específica, por sentirse solo y vulnerable, y no contar con un apoyo que podría tener en su país de origen. Además, con el paso del tiempo pueden ocurrir cambios circunstanciales, ya sean económicos o personales, y uno puede cuestionar la elección de mudarse o dejar de encontrar sentido en ella.
Un factor que también puede afectar es la falta de pertenencia, el “no tener raíces” por así decirlo, sobretodo para las personas que suelen viajar muy a menudo y estar de forma itinerante en muchos lugares. Por otro lado, hay que recordar las posibles dificultades al volver al país de origen, algo que, muchas veces, los demás no entienden, porque para ellos su “rutina” sigue igual, mientras quien viaja experimenta una serie de sensaciones y emociones que son difíciles de entender y comunicar en los matices que uno experimenta, sufriendo cierto aislamiento en su propio país.
Igualmente, si nos fuimos por un periodo largo de tiempo, también podemos encontrar a la gente en otro momento de su vida y sentir que no hay lugar para nosotros, y sufrir con la sensación de empezar de cero otra vez.
Es importante recordar que algunos tenemos un perfil, quizás más curioso, nómada, aventurero. Que alguna experiencia nos despertó la curiosidad de vivir en otro país, que nos enamoramos de alguien, de la ciudad, de sus costumbres, o que sencillamente surgió una oportunidad para quedarnos y hemos dicho: ¿Porqué no?
Como suelo trabajar con mis pacientes, y reflexionar a partir de mi elección personal de vivir en otro país y en otro continente, no podemos saber lo que pasaría. Ni si nos hubiésemos quedado, ni si volviéramos. Es una experiencia para ser vivida y disfrutada aquí y ahora, a partir de nuestros valores y prioridades en la vida, respetando y aceptando que estos se modifican con (el)paso del tiempo, por eso muchas veces surge la “crisis” de repente.
Citando una fase de Paulo Coelho en El Alquimista “Tu corazón está donde está tu tesoro. Y es necesario que encuentres tu tesoro para que todo pueda tener sentido.” Para mi esta frase refleja la inquietud por salir a buscar algo que nos falta o que no encontramos en el lugar en que estamos, y que a veces solo con “poner el pié” en una ciudad nos invade una sensación de estar en casa, de haber nacido adaptado para estar allí, o de sencillamente no tener ganas de volver.
Las fronteras son marcos en el mapa. ¿Porqué no hacer caso a esta sensación y luchar por nuestro tesoro? Que puede ser el estilo de vida, un lugar que nos encantaría estudiar por su prestigio y calidad, un tipo de trabajo en que habrá mas o mejores oportunidades, la belleza de la ciudad o incluso por esta sensación de hogar que nos genera.
La vida no viene con un manual de instrucciones, tenemos que escuchar nuestro corazón y perseguir tesoros desde pequeños, y nos parece genial, pero vamos creciendo y parece que seguir haciéndolo está mal, que es sinónimo de impulsividad o inmadurez. Pero os animo a conectar con lo más auténtico, con el verdadero yo, a luchar por vuestros sueños, minimizando barreras que pueden ser reales, pero no imposibles. De todas formas, las decisiones no tienen porque ser definitivas, podemos cambiar de idea, de ciudad, de país. Podemos remover las fronteras dentro de nosotros y permitir que nuestra mente nos lleve a dónde esté nuestro corazón.
!Disfrutad del viaje!
