
Las habilidades sociales son imprescindibles en nuestras relaciones, en la comunicación que establecemos y en nuestra manera de posicionarnos en el mundo. Son un conjunto de componentes conductuales, cognitivos y fisiológicos que se relacionan entre sí y que deben de ser identificados y entrenados, a continuación presento algunos ejemplos.
En los componentes conductuales están los componentes no verbales (mirada, sonrisa, gestos, expresión facial, distancia/proximidad, postura, etc.), componentes paralingüísticos (voz: volumen, tono, claridad, velocidad, timbre, inflexión; tiempo de habla: duración de la respuesta, número de palabras dichas; Perturbaciones del habla: pausas, silencios en la conversación, número de “muletillas”, vacilaciones, fluidez del habla), componentes verbales (contenido general: peticiones de nuevas conductas, preguntas, contenido de aprecio y de rechazo; iniciar la conversación; retroalimentación), componentes mixtos más generales (afecto, tomar la palabra, saber escuchar, etc.).
En los componentes cognitivos se incluye las percepciones sobre ambientes de comunicación (formalidad, ambiente privado, familiaridad, ambiente cálido, restricción, distancia), variables cognitivas (competencias cognitivas: conocimiento de la conducta habilidosa apropiada, de las costumbres sociales, de las diferentes señales de respuestas, ponerse en el lugar del otro, capacidad de solución de problemas; estrategias de codificación y constructos personales: percepción social o interpersonal inadecuada; expectativas; valores subjetivos de los estímulos, planes y sistemas de autorregulación).
En los componentes fisiológicos se encuentra la tasa cardíaca, la presión sanguínea y la respiración.
Los estilos de comunicación son una parte muy importante a la hora de relacionarse, por ello debemos identificar el estilo predominante, aunque podemos pasar por cada uno de ellos en distintas situaciones.
a) Asertivo: El sujeto consigue expresarse de manera adecuada, indicando lo que desea que el otro haga; P. ej.: Por favor, ayúdame con los niños para que pueda terminar la cena.
b) Agresivo: Cuando se comporta de forma agresiva el individuo agrede el otro y no consigue reivindicar sus derechos; P. ej.: ¿Porque nunca me ayudas? Estoy harta de hacer todo sola, es muy fácil sentarte en el sofá y esperar.
c) Pasivo: en el estilo pasivo el individuo no consigue expresar lo que desea. P. ej.: Tardaré un poco con la cena, ya sabes, los niños no me dejan.
El entrenamiento de habilidades sociales se basa en un conjunto de herramientas que buscan trabajar cada componente citado anteriormente, con el objetivo de fomentar el comportamiento asertivo y facilitar las interacciones sociales.
Referencias:
Caballo, V. E. (1997). Manual de evaluación y entrenamiento de las habilidades sociales (2a edición). Madrid: Siglo XXI.